Ganancias, trabajadores y la “eterna” disputa por el ajuste de los parámetros

El Impuesto a las Ganancias se convirtió, en los últimos años, en uno de los gravámenes más cuestionados del sistema tributario argentino. Esto fue gracias al mezquino ajuste de las deducciones que pueden computar los trabajadores de la Cuarta Categoría.


A las escasas modificaciones se sumó la falta de actualización de otras deducciones (intereses por préstamos hipotecarios, erogaciones por servicios de salud o gastos de sepelio, entre otros) y, sobre todo, de las escalas que determinaban qué alícuota debían pagar los alcanzados.


Esta situación derivó en una ampliación en la órbita del Impuesto. No sólo cada vez más trabajadores (dependientes o independientes) sufrieron descuentos por Ganancias, sino que también fueron hechos en mayor cuantía.


Las protestas llegaron de todos los frentes: los gremios, los trabajadores y hasta la oposición política se manifestó en contra del atraso que sufría el tributo. Los profesionales no fueron ajenos y las presentaciones reclamando una actualización se acumulaban en el “sueño de los justos”.


En el Congreso fueron muchos los proyectos de ley que proponían cambios en Ganancias. Algunos, incluso, iban mucho más allá al pedir la eliminación -lisa y llana- del gravamen que recaía sobre los empleados en relación de dependencia.


Sin embargo, no todos están de acuerdo con esta petición. Uno de los que más firmemente consideran necesario alcanzar a la cuarta categoría es José Arnoletto, presidente de la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas (FACPCE).


En una entrevista exclusiva con la revista Consejo, señaló: “Estamos de acuerdo con que continúe el Impuesto a las Ganancias, tanto para trabajadores dependientes como para independientes, pero con otra lógica de mínimos no imponibles, de deducciones y con escalas que den una progresividad al Impuesto”.
Arnoletto señaló que “con la escala actual, a partir de ganancias que levemente superen el mínimo no imponible, ya tributan los escalones más altos de la escala tributaria”, lo que provoca que “esa progresividad se haya perdido absolutamente”.


El presidente de la FACPCE recordó que Ganancias está compuesto de cuatro categorías: una que grava el suelo y la renta vinculada con el mismo; otra que alcanza a las inversiones de capital; otra, a las empresas; y una cuarta categoría que recae sobre las rentas del trabajo personal.


 “Nosotros estamos de acuerdo en que las rentas del trabajo personal deben estar gravadas”, indicó Arnoletto aunque aclaró que lo que debe hacerse es romper la lógica de mantener deducciones bajas que deriven en la situación actual, en la que pequeños ingresos deben afrontar alícuotas tributarias altas.

Cambios necesarios

El Gobierno de Mauricio Macri abordó la gran irritación que generaba el Impuesto ni bien asumió como Presidente. Los cambios llegaron primero con un ajuste en las deducciones que se implementaron de manera inmediata.


Las críticas continuaron, debido a que los porcentajes de incremento fueron escasos. Forzado por una oposición que presentó un proyecto de ley ambicioso y con los gremios reclamando fuertemente, Cambiemos logró un consenso que derivó en nuevas deducciones y en la actualización de las escalas del artículo 90 de la Ley de Ganancias. Esas que fueron olvidadas por más de una década.


La opinión de Arnoletto respecto de estos cambios fue contundente: “Creemos que fueron correctos, pero se quedaron extremadamente cortos”. Si bien comprende que cada modificación sobre este impuesto tiene su impacto, financieramente hablando, sobre las arcas del Gobierno, remarcó que “fueron extremadamente escasos”.


Ahora bien, ¿qué modificaciones serían necesarias? El presidente de la FACPCE consideró que es primordial que “las deducciones personales sean más razonables y adecuadas respecto al tipo de gasto que se quiere deducir”.


Los ejemplos sobre este inconveniente sobran. Por caso, como recordó el experto, “la deducción por tener un trabajador doméstico en relación de dependencia es notoriamente menor que lo que hay que pagar a ese trabajador y sus cargas sociales”.


Otro caso: “La deducción por cuotas médico-asistenciales es enormemente baja y muy pequeña, casi inexistentes, con respecto a lo que cuesta sostener un sistema de medicina”, resaltó el presidente de la FACPCE.


Por este motivo, es primordial para Arnoletto ajustar los montos de las deducciones que pueden computar todas las personas que se encuentren en la Cuarta Categoría del Impuesto.

Autónomos vs. Empleados

Cada vez que resurgen las discusiones en torno a las deducciones y las escalas, emerge una vieja disputa que se mantiene oculta para algunos ojos, pero que está latente: la deducción especial del artículo 23 en relación con los autónomos.


La norma al respecto es clara: los trabajadores en relación de dependencia pueden computar la deducción especial incrementada (es decir, 4,8 veces el monto estipulado para dicha deducción), mientras que los independientes lo deben hacer sin ningún tipo de incremento.


En la actualidad, mientras un autónomo debe deducir casi $52.000 anuales por este concepto, un dependiente tiene la posibilidad de restar a sus ingresos poco menos de $250.000 al año.


Sobre este aspecto, Arnoletto aclaró que “no tiene ninguna justificación técnica la diferencia que hay de deducciones entre un trabajador en relación de dependencia que puede deducir 4,8 veces el dinero que puede deducir un independiente”.


 “Esa inequidad produce que dos personas que estén relativamente haciendo la misma tarea, uno en relación de dependencia y uno independiente, tengan una carga tributaria tremendamente distinta”, apuntó.


La FACPCE, los Consejos y los Colegios de Profesionales llevan años batallando por el reconocimiento que los profesionales autónomos merecen. Sin embargo, las notas fueron acumulándose sin respuesta en los escritorios de los funcionarios.


Incluso, el presidente del Consejo, Dr. Humberto Bertazza, aprovechó la visita del administrador federal de Ingresos Públicos, Alberto Abad, para reclamar una vez más por un trato igualitario.


Si bien Abad coincide con la visión de los profesionales -que son sin dudas los más afectados por esta discriminación-, explicó que es difícil convencer a los responsables de llevar adelante los cambios.


¿Cuál es la opinión de los que tienen la última palabra? Arnoletto lo reveló: “La única explicación que brindan, respecto al trabajador dependiente, es que, como la retención se la realiza su empleador, el empleado no tiene posibilidad alguna de eludir o evadir el Impuesto y que, por el contrario, probablemente el autónomo sí la tenga”.


En este sentido, opinó que “es función del Estado, en este caso del organismo fiscal recaudador, efectuar todos los controles, las auditorías y las inspecciones sobre todos sus contribuyentes -tanto sean dependientes como independientes- y de sancionar cualquier comportamiento irregular, subfacturación o directamente la no facturación de las prestaciones”.


Por este motivo, el presidente de la Federación concluyó: “Cualquiera sea el ingreso, tiene que poder deducirse exactamente la misma cuantía de valor, sea tanto un trabajador dependiente como independiente”.