Publicado el 10/09/14

Schuster: “La competitividad que se gana devaluando es efímera”

Durante una exposición en nuestro Consejo Profesional el Dr. Alberto Schuster, ex presidente de la Institución y actual director del Centro KPMG para la Competitividad e Innovación, llamó a que tanto el Gobierno como la sociedad civil –y en particular los profesionales en Ciencias Económicas– trabajen en pos de generar las condiciones para que las empresas públicas y privadas puedan crear valor.

Las declaraciones del Dr. Schuster tuvieron lugar el martes 9 de septiembre último en el marco de una conferencia acerca de los pilares de la competitividad estructural. El Dr. Schuster se refirió a cómo los países crean riqueza, al vínculo entre prosperidad y equidad, a los efectos destructivos de la desigualdad y a las bases y factores para mejorar la competitividad.

“Es muy difícil ganar competitividad devaluando”, sostuvo el Dr. Schuster, y aclaró: “la experiencia argentina indica que esa mejora (de competitividad) es efímera”.

Partiendo de la premisa de que los gobiernos deberían propender a la felicidad de sus pueblos, Schuster enumeró una serie de indicadores clave para medir la satisfacción de la ciudadanía: la existencia de un sistema democrático, el nivel de ingreso per cápita, la equidad en la distribución de la riqueza, el nivel de empleo y la sustentabilidad en el tiempo de estas variables. Entre los rankings que contemplan estas variables (como el que elabora el Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial o IMD y el del Foro Económico Mundial), Schuster mostró que la nómina de países que integran el top 20 no varía significativamente.

Además, repasó rankings subjetivos de felicidad, que se elaboran a partir de encuestas. En particular, se refirió al caso argentino, que clasifica mejor en términos de felicidad que de competitividad. “Quizás se deba a que la ciudadanía perciba que hay un objetivo a alcanzar o a la existencia del relato (oficial)”, especuló. “En cualquier caso, no se trata de una situación sustentable en el tiempo”, evaluó, en el marco de la “altísima incertidumbre respecto de qué va a ocurrir con nuestros bienes y derechos” que prevalece actualmente.

A continuación Schuster se refirió al ranking de competitividad de KPMG, que a partir de datos cuantitativos objetivos mide el ambiente macroeconómico, el marco regulatorio e institucional, la infraestructura disponible y la capacidad innovadora de una nación. Con estos indicadores, el ex CEO de KPMG extrajo conclusiones acerca de los vínculos entre la competitividad y variables como el nivel de ingreso per cápita, la satisfacción, la productividad, la complejidad productiva, la apertura comercial, la capacidad innovadora, la cantidad de habitantes, la inclusión social y la injerencia del sector público.

“El Estado es el factor más preponderante en generar las condiciones para que las empresas creen valor. Pero también es crucial el rol de la sociedad civil”, sostuvo Schuster. “La Argentina, en su competitividad, deja mucho que desear hace mucho tiempo”, continuó y, a partir de una serie histórica de 1997 a 2013 mostró que, incluso partiendo de un nivel mediocre, luego se empeoró. “Nuestro país nunca fue efectivamente competitivo”, agregó.

A continuación el destacado auditor estableció “los pilares de la competitividad”, a saber: el respeto por la libertad económica, los derechos civiles y la división de poderes, la transparencia de la gestión pública, la protección de los derechos de propiedad, el cumplimiento de los contratos y de las regulaciones, el orden y la seguridad, la calidad de la justicia y de la educación, la existencia de una moneda sana y la calidad de la regulación de las empresas.

Finalmente el ejecutivo de KPMG llamó a crecer explotando al máximo el contexto económico mundial, manteniendo la estabilidad macroeconómica, impulsando el ahorro y la inversión y reduciendo o eficientizando el gasto público. Para que el país alcance un PBI per cápita de US$ 22 mil anuales se requiere un crecimiento acumulado del 5% durante 12 años, precisó. “La mejora de la competitividad no va a depender de un solo gobierno” sino de varias conducciones que “se preocupen más por la felicidad que por las prebendas que da el poder”, sostuvo. “Sin importar quien gane en las elecciones de octubre de 2015, las condiciones para que el país recupere competitividad mejorarán ya que, en cualquier caso se traducirá en más apertura comercial, más apoyo internacional y la posibilidad de acceder a los mercados internacionales de crédito”, concluyó.


Schuster

 

 

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