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Consejo Nº 9 - Septiembre 2009

Editorial
Hablemos del Consejo

Autor:
Dr. José Escandell
Presidente del CPCECABA
Es tiempo de que hablemos del Consejo y exploremos nuestras propias visiones de la representación de las profesiones en Ciencias Económicas y el modo como concebimos nuestros respectivos roles individuales y colectivos en la relación con la Institución. Creo útil que nos interroguemos acerca de si nos sentimos parte de la misma o nos es tal vez indiferente; también si creemos en la necesidad de reconstruirla permanentemente y brindar nuestros esfuerzos personales para lograrlo o simplemente nos conformamos con una vinculación pasiva y receptiva.

Una perspectiva podría ser la histórica. Si bien las profesiones ya existían en el país, su organización en una entidad rectora del control de los matriculados se produjo en 1945. Desde ese momento y a lo largo de algo más de tres décadas la Institución se consolidó en el rol de administración de las matrículas y en el ejercicio del poder de policía profesional, delegado por la ley de creación. El aporte mayor de este período ha sido, indudablemente, el de haber generado una fuerte conciencia colectiva de las profesiones, que fue la plataforma del crecimiento institucional posterior al proporcionar las bases de valores compartidos y de conciencia de grupo necesarios para proyectar su desarrollo sobre pilares sólidos.
Muy cerca del comienzo de la década de los 80, aquel proceso de conformación de la nueva conciencia del rol institucional dio lugar a otra etapa, que llega hasta nuestros días. Su característica ha sido la creciente vocación por rodear al profesional de una variedad de servicios que favorecieron su desarrollo integral. En lo profesional, mediante la capacitación permanente y la realización de encuentros académicos de máximo nivel para ampliar permanentemente las fronteras del conocimiento. En lo personal, buscando cada vez mejores formas de potenciar el equilibrio y las fortalezas cuidando la salud y también mediante la recreación y el deporte, comprendiendo en ello a las familias de los matriculados. En la profesión como conjunto, creando marcos de participación que permitieron desarrollar la ciencia y la técnica, y el desarrollo de las normas técnicas de actuación, que llevaron a posicionarla de modo internacional con un fuerte liderazgo. En el plano de la inserción en la sociedad, desarrollando una imagen y un prestigio para las profesiones y también logrando niveles crecientes de compromiso con el bien común.


Hace ya treinta años que el Consejo ha venido creciendo ininterrumpidamente, tanto en la cantidad de matriculados como en la extensión, calidad, cantidad, variedad y complejidad de sus servicios, con un desarrollo de sus espacios, de su infraestructura y de su tecnología. En ese mismo tiempo, el país, lamentablemente, ha pasado por muchas crisis que han limitado las chances de numerosas personas y han ocasionado infinidad de daños, creando una brecha muy importante entre el país que sentimos que merecemos y aquel que hemos logrado. Pero, en todos estos tiempos, el Consejo siempre ha crecido y siempre se ha desarrollado.


Esto es muy destacable, puesto que no solamente se han sorteado las restricciones propias de estas crisis casi permanentes, sino que ha quedado de manifiesto una cualidad mucho más relevante: los profundos cambios que en el ínterin han tenido la sociedad y la cultura, que en muchas instituciones han operado como frenos a su evolución. En nuestro caso han sido alicientes para fortalecer nuestras capacidades de desarrollo y adaptación, creando una dinámica de cambio no ubicable fácilmente en otras instituciones. Somos sin duda una organización que autoaprende permanentemente, flexible y abierta a la evolución y anticipadora de los tiempos por venir. Y esta capacidad es producto de la simbiosis entre las concepciones dirigenciales y el modelo de participación empleado, que invita y logra el compromiso de muchos colegas en el aporte sincero y efectivo de sus capacidades y talentos al servicio de la profesión toda.


Desde nuestra posición de hoy necesitamos tener una mirada proyectada a no menos de diez años. Los escenarios que se vislumbran presentan características perfectamente discernibles para potenciar las nuevas posibilidades y lograr mantener la excelencia actual e incluso superarla, pero en el contexto de las nuevas condiciones de todo orden en que ejerceremos nuestras actividades.


En ese lapso, la matrícula evolucionará desde los actuales 65.000 matriculados a algo más de 100.000. Los espacios edilicios necesarios para brindar los servicios crecerán, aunque en menor proporción. Sin embargo, podemos anunciar ya la muy pronta incorporación de 5.000 m² de construcción de última generación. Crecerá en proporciones crecientes la modalidad de prestación de servicios a través del espacio cibernético, mediante la tecnología de comunicación, la de procesamiento de datos, las posibilidades de las redes sociales, haciendo de los ámbitos virtuales verdaderos espacios de intercambio, de multipresencia real y de relaciones interpersonales e institucionales (de hecho, acaba de finalizar el proceso licitatorio que permitirá el recambio de todo el equipamiento de servidores del Consejo, con lo que se accederá a la última generación en la materia).


Continuará el proceso de globalización con una fuerte incidencia en la estandarización de normas técnicas, de auditoría, de control de calidad de las auditorías y de otras especialidades profesionales, de estándares de actualización del conocimiento, con sus exigencias hacia la capacitación permanente y su expansión a la mayor parte de los profesionales. Continuarán los procesos sociales de desarrollo del capital humano, de la vigencia de conceptos como los de Balance Social, Responsabilidad Social Corporativa, Gobernanza Corporativa y cuidado del medio ambiente y del control de la emisión de gases de carbono y, paralelamente con ello, se expandirán los compromisos de nuestras profesiones y sus incumbencias.


Mejorará crecientemente la relación institucional entre los distintos niveles de gobierno y las profesiones organizadas por entenderse finalmente que nuestra contribución al bien común y a los superiores intereses de la patria constituye una vocación sincera y se aceptarán con madurez nuestros aportes, mejorándose la concepción del profesional y su imagen pública.


El interrogante que todo esto nos plantea es, en definitiva, qué rol asumiremos cada uno de nosotros si queremos ser parte de este mundo que ya estamos tocando con nuestras manos. Nos corresponde decidir si apostamos a cumplirlo como parte de una institución que es orgullo de las profesiones o si consideramos posible el desarrollo basado fundamentalmente en nuestros esfuerzos individuales.


Mi idea personal está claramente volcada al plano institucional.

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