Informe Económico de Coyuntura

Nº 230 - Mayo 2003 - AÑO 21

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Una aproximación a los movimientos de costos y precios en la era post convertibilidad   (1)

Una aproximación a los movimientos de costos y precios en la era post convertibilidad (1)

La devaluación del peso ocurrida desde mediados de enero de 2002 ha alterado fuertemente las condiciones de funcionamiento de la economía nacional vigentes durante los diez años precedentes.

En este contexto, el nuevo -y aún incompleto- escenario de precios relativos hace que los correspondientes a los bienes más comercializables (con el exterior) ganen terreno frente a los menos transables.

En este marco, y a diferencia de lo sucedido a lo largo de la década pasada, los movimientos de las variables nominales permiten efectuar ciertos ajustes reales en las ecuaciones de ingresos y costos de algunas empresas y ramas industriales. De esta manera comienza a observarse un cierto proceso de recomposición de los márgenes de rentabilidad bruta en algunos sectores, fenómeno que refleja tanto la capacidad relativa de los mismos para trasladar a precios -aunque sea en parte- el efecto de la devaluación, como el grado de variabilidad efectiva de sus costos.

A este respecto, se ha seleccionado un conjunto de 15 sectores representativos de la producción nacional de bienes transables, analizándose en cada caso, la evolución de sus ingresos por ventas mayoristas internas vis a vis sus costos totales (incluyendo en este concepto a los insumos nacionales e importados, salarios e impuestos).

De un primer análisis de dicha información (al tercer trimestre de 2002 inclusive), se pueden identificar los siguientes grupos sectoriales:

a) sectores que han mejorado sustancialmente su relación ingresos-costos: cultivo de cereales y oleaginosas, industria siderúrgica, aluminio, caucho, industria papelera y afines, aceites vegetales.

Como puede apreciarse, se trata en todos los casos de sectores con niveles relativamente altos de concentración en la producción y con elevados coeficientes de exportaciones (o lo que es lo mismo, su dependencia de la demanda interna es relativa). En otras palabras, más allá de la aplicación de retenciones a las exportaciones, la “export parity” parece funcionar con cierta precisión.
b) sectores que han visto deteriorada sus relación ingresos-costos: marroquinería, industria textil y confecciones, vitivinícola, lácteos y carnes. A diferencia del grupo anterior, en términos generales son sectores mucho más atomizados, con alta intensidad de empresas pymes y en los cuales los mercados externos son -en términos generales- una parte relativamente pequeña de sus ventas totales (o lo que es lo mismo, su dependencia del mercado y la demanda interna sigue siendo elevada).

De este modo, pueden obtenerse dos conclusiones: 1) que más allá de las obvias diferencias a nivel de empresas y subramas, en estos sectores el deterioro de la rentabilidad empresarial por unidad de producto parece difícil de sostener en el tiempo sin ocasionar daños irreparables para las firmas productoras, especialmente en un escenario de caída de ventas totales, y 2) que no sería extraño prever en un plazo más o menos breve un proceso de recuperación de precios (absolutos y relativos) de estos sectores, sea como resultado de cierta recuperación del nivel de actividad y demanda interna o bien por el efecto del incremento de las exportaciones que en algunos casos ya comienza a hacerse efectivo (ej.: marroquinería, carnes rojas y textiles).
c) sectores en los cuales precios y costos se mueven en forma bastante parecida: refinación de petróleo, manufacturas de plástico, alimentos procesados y terminales automotrices.

En estos cuatro casos conviven situaciones bien diferentes. En el primero de ellos (refinación de petróleo), tanto la influencia del marco internacional -precio del crudo- como la acción gubernamental en materia de regulación del mercado, han permitido -al menos hasta el momento- cierto equilibrio entre precios y costos. En el caso de las manufacturas de plástico, la fuerte dolarización de los insumos del sector (petroquímica) ha podido ser acompañada por los precios internos, en el marco de un sector integrado por pymes con cierta capacidad exportable.

Y en el caso de las automotrices, resulta claro que las expectativas del sector están puestas tanto en la apertura de nuevos mercados externos (Chile, México) y la continuidad de Brasil, amén del surgimiento de algún sistema o mecanismo (tipo plan canje) que pueda contribuir a mejorar la escala de producción de plantas caracterizadas por un manifiesto exceso de capacidad instalada.

Para el caso de los alimentos procesados, la trayectoria de precios y costos es casi idéntica, lo que refleja el traslado a precios mayoristas de los aumentos de costos de insumos transables y no transables.
d) Un balance para el conjunto de las actividades productoras de bienes

A diferencia de lo sucedido a lo largo de la década pasada, en la que los ajustes nominales estaban fuertemente restringidos por la estabilidad de los precios, los movimientos de las variables nominales ocurridos desde la salida de la convertibilidad han permitido efectuar ciertos ajustes en las ecuaciones de ingresos y costos de algunas empresas y ramas industriales.

De esta manera comienza a observarse un cierto proceso de recomposición de los márgenes de utilidad en algunos sectores, fenómeno que refleja tanto la capacidad relativa de los mismos para trasladar a precios -aunque sea parcialmente- el efecto de la devaluación, como el grado de variabilidad efectiva de sus costos.

Así, mientras que para el conjunto de los sectores productores de bienes los ingresos unitarios promedio por ventas mayoristas internas han mejorado en un 115% en el año 2002, sus costos no financieros (que incluyen insumos locales, salarios, impuestos al trabajo e insumos importados) han crecido en un 87%. De este modo, la rentabilidad unitaria promedio para el conjunto de los sectores productores de bienes ha mejorado en unos 28 puntos.

(1) Artículo publicado en “Síntesis de la economía real”, revista del Centro de Estudios para la Producción (CEP) del Ministerio de la Producción, Nº 39, Buenos Aires, marzo de 2003.