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Por casi cuatro años consecutivos, la coyuntura
internacional mantiene condiciones favorables para el desarrollo de las economías
emergentes y la profundización de sus sistemas financieros.
Las perspectivas internacionales continúan siendo alentadoras para los países
desarrollados, situación que brinda un marco de referencia adecuado para el sostenido
crecimiento de las economías emergentes y sus sistemas financieros. La robusta expansión
económica mundial, como los significativos niveles de liquidez existentes y los aún
elevados precios internacionales de las materias primas, son los principales elementos del
contexto internacional que beneficiaron a los países emergentes en 2005. Asimismo, en
este contexto es de esperar una mayor profundización de los sistemas financieros y de los
mercados de capitales de la región.
A nivel global, en la segunda mitad de 2005 los intermediarios financieros consolidaron su
positivo desempeño. Si bien existen ciertas señales de una gradual moderación en el
ciclo crediticio, se sostiene la expansión de la financiación al sector privado tanto en
la mayor parte de las economías desarrolladas como en los países emergentes y,
especialmente, en América Latina. En este marco, y dada la sostenida mejora en la fuente
de ingresos de las familias y empresas a nivel mundial y las bajas tasas de interés, se
registran gradualmente menores niveles de irregularidad en las principales economías.
Asimismo, los sistemas financieros de las economías desarrolladas continúan consolidando
sus niveles de rentabilidad, levemente inferiores a los observados en las economías
latinoamericanas, con adecuada relación riesgo-retorno.
Si bien la tasa de referencia de EE.UU. continúa reacomodándose, la economía de
Brasil presentó cierta desaceleración y los precios de las materias primas evidenciaron
una merma en el semestre. América Latina sigue mostrando fortalezas en base a sus
variables fundamentales.
Los sistemas financieros de los países emergentes se encuentran vinculados a la
volatilidad de los flujos internacionales de capitales y éstos, a su vez, están
estrechamente influenciados por la política monetaria de EE.UU. En este sentido, la
economía norteamericana continuó expandiéndose de manera robusta en 2005, con un
moderado crecimiento de la inflación. Así, si bien la Reserva Federal aún detecta
ciertas presiones inflacionarias que desencadenarían leves readecuaciones en la tasa de
los Fed Founds, ha comenzado a dar indicios del próximo fin de su ciclo
alcista. Además, las aún bajas tasas de interés de largo plazo de las economías
industrializadas actúan positivamente sobre los países emergentes.
En términos regionales, la economía brasileña verificó una desaceleración en la
segunda parte del año, acumulando una moderada expansión en 2005. Esta evolución
constituye un potencial riesgo para los restantes países de la región, pudiendo también
afectar al sector exportador argentino. No obstante, existen señales de una pronta
reversión de este escenario. Por un lado, el moderado crecimiento de precios condujo a la
autoridad monetaria brasileña a disminuir su tasa de referencia, tendencia que se espera
continúe en 2006. Por otro lado, la mejora en las variables fundamentales de su economía
(como la significativa reducción del endeudamiento externo) impulsan una caída del spread
de riesgo soberano, haciendo probable un creciente flujo de capitales hacia esa economía.
Estos factores, combinados con el patrón de apreciación del real, generan perspectivas
de un mayor dinamismo exportador de la economía argentina, influyendo positivamente sobre
el crecimiento de las líneas crediticias para su financiamiento y sobre la capacidad de
pago de los exportadores.
A diferencia de semestres anteriores, los precios de las materias primas presentaron
comportamientos dispares en la segunda mitad de 2005. Mientras que la mayor parte de los
precios agrícolas evidenciaron una caída en el semestre, el valor del petróleo mantuvo
su tendencia creciente. No obstante este comportamiento semestral, el favorable entorno
internacional previsto para 2006 y la expectativa de una creciente demanda de materias
primas por parte de China, permiten augurar cierta recomposición en los precios.
Desde una perspectiva global, en 2005 las condiciones financieras internacionales fueron
auspiciosas para la región. Las economías emergentes continuaron evolucionando en un
marco de políticas macroeconómicas ordenadas, con moderados niveles inflacionarios y
estrategias fiscales sustentables. Estos factores impulsaron una sostenida reducción de
sus niveles de riesgo soberano, ampliando su diferenciación respecto a las empresas
norteamericanas de alto riesgo relativo.
Si bien existen ciertos factores de riesgo latentes para el sector financiero
mundial y, en particular, para los emergentes, la perspectiva para 2006 sigue siendo
favorable.
El sistema financiero global está expuesto a cinco factores de riesgo principales. Por un
lado, si bien de baja probabilidad de ocurrencia, existe la posibilidad de una corrección
abrupta de los "desequilibrios globales". Adicionalmente, los aún elevados
precios del petróleo siguen representando un riesgo para la sostenida evolución de la
economía global. Por su parte, el ciclo alcista de la política monetaria de EE.UU. puede
influir sobre el flujo internacional de capitales, afectando, particularmente, a las
economías emergentes. Por otro lado, la creciente inserción internacional de China
también es una fuente de volatilidad, tanto para los mercados financieros como para los
precios de las materias primas. Por último, en términos regionales, el moderado
dinamismo de la economía brasileña sigue constituyendo un riesgo, especialmente para los
países del MERCOSUR. En general, esta configuración de riesgos hace recomendable llevar
adelante políticas macroeconómicas prudenciales.
No obstante este contexto, se estima que para 2006 sería reducida la probabilidad de
materialización de estos riesgos sobre el sistema financiero local. Por un lado, el
escenario de un rápido ajuste de los desequilibrios globales se aleja paulatinamente, al
tiempo que los potenciales efectos negativos de los altos precios del petróleo sobre la
economía mundial son moderados. Por su parte, la Reserva Federal de EE.UU. ha brindado
señales de una pronta terminación del ciclo alcista de su tasa de interés de
referencia, consolidando un marco favorable para el desarrollo de las economías
emergentes. En particular, si bien una posible reversión de los flujos internacionales de
capitales podría afectar a los sistemas financieros de la región, el efecto local sería
menor, dada la baja exposición de la banca local al fondeo externo. Por otro lado, la
incorporación de China al mercado internacional puede generar un beneficio a nivel local,
al impulsar los precios de materias primas exportables por el país. Por último, se
espera que la economía brasileña dinamice su crecimiento en los próximos períodos, en
función de sus políticas macroeconómicas ordenadas, generando un arrastre positivo
sobre la región.
(1)
Extractado del "Boletín de Estabilidad Financiera", Banco Central de la
República Argentina (BCRA), I semestre 2006. |
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