Informe Económico de Coyuntura

Nº 289 - Septiembre 2008 - AÑO 27

 ANALISIS GLOBAL

El peso de las expectativas económicas
El contexto internacional

El peso de las expectativas económicas

Después de la superación, en principio, del conflicto con el sector agropecuario, la economía argentina evidencia una serie de manifestaciones que pueden dividirse entre aquellas más de carácter coyuntural o temporal, de otras que tienden a preanunciar cambios en las tendencias a mediano plazo.

Las primeras, por su parte, expresan alteraciones en los comportamientos circunstanciales, que deberían corregirse, más o menos rápidamente, en el corto plazo. El caso más evidente es el de las exportaciones agrícolas, sin duda postergadas durante los meses del conflicto por decisión de los propios productores. Tanto la exportación de productos primarios como la de manufacturas de origen agropecuario (MOA) crecieron en el primer semestre del año en curso, pero exclusivamente por los mejores precios internacionales, ya que las cantidades colocadas en el exterior no aumentaron en los productos primarios y desminuyeron 7% en las MOA, siempre en comparación con igual período de 2007. Ahora bien, dado que la cosecha de la campaña 2007/2008 fue récord, cabe esperar un saldo exportador agrícola significativo en la segunda mitad del año y muy especialmente, en el tercer trimestre.

Asociado al señalado comportamiento de las exportaciones agrícolas, también se verificó una desaceleración del incremento de los ingresos tributarios por derechos de exportación a lo largo de la primera mitad del corriente año. Pero en este caso también debería verificarse un salto recaudatorio en la segunda parte del año, salvo que se registrara una caída significativa en la cotización internacional de los commodities agrícolas.

Con relación a los efectos sobre el nivel de actividad, puede comprobarse que algunos sectores productivos relevantes -como la industria y la construcción- mostraron una desmejora significativa en el mes de junio último. Con respecto a igual período del año anterior, la industria registró un incremento de sólo 1,6%, en tanto que la construcción experimentó una caída de 6,6%.

De todos modos, en los próximos meses dichos sectores deberían recomponer su dinámica productiva, aunque muy probablemente a tasas más moderadas que en el pasado inmediato. Algo similar se prevé para el conjunto de la actividad económica, como lo señala el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que difunde el Banco Central. Así, por ejemplo, hasta el mes de junio inclusive el incremento de la actividad económica era de 8,1% según estimaciones oficiales (EMAE), mientras que el último REM publicado -correspondiente a julio último- señala que la proyección para todo 2008 asciende a 7,2%. Esto implica que se prevé una desaceleración productiva en el segundo semestre del año.

Por otra parte, entre los elementos que pueden configurar cambios de tendencia en el mediano plazo, se destaca la posibilidad de un cierto deterioro de la solvencia fiscal, vista la magnitud creciente que adquieren los subsidios, especialmente los destinados a la energía y al transporte. Tales subsidios, en el primer semestre de 2008, más que se duplicaron con respecto a igual período del año precedente.

El otro tema que gradualmente comienza a convocar la atención a futuro, está vinculado con la trayectoria del superávit del comercio exterior. Si bien dicho superávit continúa siendo elevado, las cifras del primer semestre del corriente año muestran que las exportaciones crecieron 34% -básicamente por efecto precio-, mientras que las importaciones aumentaron 45% y en gran medida por efecto cantidad.

En ambos casos -excedentes fiscal y de comercio exterior- juegan un papel cada vez más relevante los precios de los productos agrícolas en el mercado mundial, ya que determinan el nivel de las exportaciones y de la recaudación por retenciones a las mismas. Esta creciente dependencia de los precios agrícolas internacionales implica un mayor riesgo, dada la volatilidad de los mercados, la crisis financiera y cierta tendencia al estancamiento de los países desarrollados.

En definitiva, si bien las principales variables macroeconómicas continúan mostrando valores positivos, su proyección a futuro genera expectativas que se reflejan, por ejemplo, en la importante caída en la cotización de las acciones y los títulos públicos. El tema clave, para los operadores económicos, pasa por la capacidad y decisión del Gobierno de enfrentar determinados problemas económicos, entre los cuales la aplicación de una política antiinflacionaria continúa siendo el aspecto más significativo.

El contexto internacional

Después de un prolongado período de alto crecimiento, menor desempleo y baja inflación, la economía internacional enfrenta actualmente un escenario crítico, incluyendo por primera vez en décadas la simultaneidad de problemas en las áreas básicas, con grados de incidencia diferentes a nivel regional:

las tasas de inflación se vienen acelerando en todas las regiones, alcanzando en numerosos casos sus valores máximos de las últimas décadas, debido básicamente a los mayores precios de la energía y los alimentos;

crisis financiera internacional a partir del quiebre de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y su extensión a otros países desarrollados, impactando en los mercados de crédito y los niveles de incertidumbre, y

desaceleración de la actividad económica en los países desarrollados -y en medida menor en las economías en desarrollo-, a raíz de los efectos de la creciente inflación y las turbulencias financieras, configurando un panorama global de alta incertidumbre en las diferentes áreas.

El proceso de aceleración de los precios de las materias primas (commodities) ha tenido una marcada asimetría, destacándose en especial los precios del petróleo crudo -alcanzó en junio último su máximo histórico nominal y real- y de los alimentos, especialmente cereales y oleaginosas.

El notable aumento de estos precios respondió básicamente a la demanda excedente, impulsada por el alto crecimiento generalizado, especialmente de China e India, incluyendo en algunos casos la demanda para producir agrocombustibles. A ello se fueron agregando, por períodos, la depreciación del dólar y los movimientos de especulación financiera.

La reciente baja de los precios del petróleo y los granos, que responde a factores diversos, aún no parece constituir un cambio de tendencia firme.

En cuanto a la crisis financiera desencadenada en julio de 2007 en Estados Unidos, la misma respondió básicamente a un progresivo proceso de desregulación y menor transparencia, que acentuó la tendencia de los mercados internacionales de capital a su autonomía y acelerada expansión, conformando ya un único mercado global en el cual aumentó notablemente la cantidad de actores y de instrumentos financieros.

En ese contexto, no funcionó una autorregulación de los mercados y se produjo el quiebre de la expansión inmobiliaria, las enormes pérdidas de capital de instituciones financieras y personas, la extensión de los problemas a diferentes mercados de crédito -proceso en marcha actualmente- y los negativos efectos sobre los niveles de consumo y de inversión. Ante la crisis, el gobierno intervino activamente, proveyendo préstamos de emergencia y efectuando importantes salvatajes a instituciones.

Dada la gravedad de la crisis y la mencionada falta de transparencia, prácticamente se ignora la extensión y profundidad de las pérdidas, con lo cual resulta muy difícil prever su evolución a corto y mediano plazo.

Con relación a los niveles de actividad económica, en Estados Unidos se ha registrado una tasa de crecimiento de 0,9% en el primer trimestre del año, seguida por un 1,9% en el segundo trimestre -influido por los positivos efectos de una devolución de impuestos-, siendo más bien escépticas las expectativas para la segunda mitad de 2008. Cabe agregar que en julio último el desempleo en Estados Unidos alcanzó su nivel más elevado en cuatro años.

Por otra parte, después de un crecimiento positivo en el primer trimestre del año, la zona Euro (los 15 países europeos con moneda única) mostró en el segundo trimestre una reducción de 0,2% respecto del trimestre precedente, por primera vez desde que se lanzó el euro, en 1999. Se destacaron las caídas de las tres principales economías: Alemania (-0,5%), Francia (-0,3%) e Italia (-0,3%).

A su vez, la actividad económica de Japón ha ido declinando desde comienzos del presente año, registrándose una contracción de 2,4% en el segundo trimestre.

En cuanto a las economías emergentes de Asia, se espera que continúen creciendo en 2008 a tasas elevadas, si bien a un ritmo algo menor -en uno o dos puntos porcentuales- al observado en 2007, que había sido de 11,9% en China y de 9,0% en India.
   
Para América Latina, las estimaciones de crecimiento económico en 2008 apuntan a una tasa de aproximadamente 4% en promedio, luego de un 5,5% observado en 2007. Entre los mayores riesgos de la región, cabe mencionar la importante proporción de exportaciones de algunos países a Estados Unidos, así como una eventual reducción de las remesas financieras desde ese país.