Informe Económico de Coyuntura

Nº 290 - Octubre 2008 - AÑO 27

 ANALISIS GLOBAL

La reorientación de la política financiera externa
Comercio exterior e intensidad tecnológica

La reorientación de la política financiera externa

Crecientemente a lo largo del corriente año se ha ido instalando una sensación de incertidumbre sobre la evolución de la economía argentina, la cual, además, se ubica en el contexto de una situación internacional extremadamente compleja, en particular para los mercados financieros.

Las razones que explican el aumento de la incertidumbre local son de variada naturaleza, pero las más relevantes se expresan en el modo como el Gobierno enfrentó el conflicto con el sector agropecuario; la falta de reconocimiento del problema inflacionario y por ende, la ausencia de una política integral para combatirla; el notable incremento de los subsidios a la energía y al transporte, y las eventuales dificultades para enfrentar los vencimientos de la deuda pública en 2009, que ascienden a un monto del orden de los u$s 20.000 millones.

Este último tema -los vencimientos de la deuda pública en 2009- y la falta de acceso a la financiación internacional, han obligado al Gobierno a un significativo replanteo de su vinculación con los mercados mundiales de crédito. Las decisiones más significativas se vinculan con el ofrecimiento de cancelación de la deuda con el Club de París -que se encontraba en default desde principios de 2002- y con el anuncio de la reapertura del canje de deuda con los bonistas que no habían aceptado las condiciones de reestructuración de la deuda pública efectuada en 2005.

Tales decisiones parecen convertirse en condición necesaria para la reinserción del país en los mercados financieros internacionales, si bien otras condiciones -como la solvencia fiscal a mediano plazo y la recuperación de la credibilidad en las estadísticas oficiales, particularmente en el caso de la inflación- serán evaluadas en detalle para alcanzar la categoría de condición suficiente.

Por otro lado, la situación argentina debe ser analizada en el escenario de la crisis financiera internacional, aún en el caso de que dicha crisis sea superada más o menos rápidamente. Es altamente probable que el sistema financiero en el mundo desarrollado tienda a reorientarse hacia una estructura más tradicional -con mayor presencia de la banca comercial- y con mecanismos de control más estrictos que implicarán mayores exigencias para el acceso al crédito.

También la crisis ha impactado negativamente en el ritmo de crecimiento de las naciones desarrolladas y ello tendrá consecuencias sobre la economía mundial. El efecto más significativo para nuestro país es factible que se exprese en un cambio de las condiciones del comercio exterior. Por un lado, habrá que observar la evolución del precio de los productos básicos agrícolas -factor clave para el superávit tanto del balance comercial como de las cuentas fiscales-, si bien se prevé el sostenimiento de la demanda asiática y en particular de China.

Por otro lado, se pondrán en práctica políticas más agresivas de exportación, sobre todo por parte de los países más industrializados, con la consecuente presión sobre nuestro nivel de importaciones. Tal presión en un contexto de apreciación de la paridad cambiaria real, está provocando una fuerte preocupación en el sector industrial argentino y el requerimiento para que el Gobierno eleve el tipo de cambio y, eventualmente, adopte medidas más activas de protección a la producción manufacturera local.

De todas maneras y aún en el contexto de una estabilización de la economía mundial, es previsible proyectar un crecimiento más moderado del nivel de actividad económica en nuestro país. Ya las cifras correspondientes al segundo trimestre del corriente año muestran una desaceleración en el incremento del producto interno bruto (PIB), dado que registró una expansión de 7,5 % con relación a igual lapso del año anterior (ver cuadro adjunto). Si bien en dicho período cabe computar el efecto adverso del conflicto agropecuario, las últimas proyecciones del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que difunde el Banco Central apuntan a un crecimiento de 7,2 % para todo 2008 y de 5,4 % para 2009.

En definitiva y como ya fue señalado, las principales razones que explican el ingreso a una etapa de crecimiento más moderado se vinculan con un mayor nivel de incertidumbre, que afecta tanto a las inversiones como al consumo de bienes durables. También impactan cuestiones más objetivas como el proceso inflacionario, el alza de las tasas de interés y el deterioro de la paridad cambiaria real.

OFERTA Y DEMANDA GLOBALES (*)

Concepto I´07 II´07 III´07 IV´07 2007 I´08 II´08
P.I.B. pm 8,0 8,6 8,8 9,1 8,7 8,3 7,5
Importaciones 20,6 18,9 18,9 23,3 20,5 22,1 22,8
Oferta y Demanda Globales 9,3 9,7 9,9 10,6 9,9 9,9 9,1
Consumo Privado 8,9 8,7 8,9 9,3 9,0 8,2 7,5
Consumo Público 6,4 7,0 7,7 8,9 7,6 6,6 8,5
Inversión Bruta Interna Fija 13,7 12,7 13,0 15,2 13,6 20,3 12,4
Exportaciones 9,0 8,7 8,0 10,6 9,1 6,1 -1,8
(*) Variaciones porcentuales con respecto a igual período del año anterior. Estimaciones preliminares. // Fuente: Dirección Nacional de Cuentas Nacionales.

Comercio exterior e intensidad tecnológica

Definiendo a la tecnología como la aplicación sistemática del conocimiento científico a la actividad productiva -a fin de incrementar el rendimiento del trabajo humano-, la “alta tecnología” se relaciona con las actividades donde esa aplicación se verifica en las áreas más avanzadas (o “frontera”) del conocimiento, que se destacan por su complejidad y alto ritmo de innovación.

En el relevante estudio titulado “Industria manufacturera argentina; análisis del comercio exterior según su intensidad tecnológica”, de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Secyt), se señala que la evolución del comercio exterior de los rubros manufactureros clasificados de acuerdo a su intensidad tecnológica, es en principio un indicador del grado de competitividad internacional de un país. De todos modos y como allí se señala, también habrá que considerar en cada caso la influencia de otros factores -de tipo real y financiero- que afecten directa o indirectamente la competitividad y por tanto, el signo de los saldos comerciales.

En el año 2001 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) difundió una clasificación actualizada, basada en la intensidad directa de IyD, es decir, el gasto en investigación y desarrollo con relación a dos medidas de la producción (valor de la producción y valor agregado). Básicamente, los sectores manufactureros son así clasificados:

Alta tecnología: fabricación de aeronaves; maquinaria de oficina e informática; equipos de televisión y comunicaciones; productos farmacéuticos; instrumentos médicos y de precisión.

Media-alta tecnología: automotores; productos químicos; maquinaria mecánica; maquinaria eléctrica; material ferroviario.

Media-baja tecnología: refinación del petróleo; construcción de buques; metales comunes y sus productos; productos de caucho y plástico.

Baja tecnología: fabricación de papel, edición e impresión; alimentos y bebidas; madera y sus productos; productos textiles y calzado.

Analizando el comercio exterior argentino en el período 1995-2005, el citado estudio revela que los sectores de manufacturas de Baja y Media-baja tecnología concentraron en promedio 77% de las exportaciones de la industria, correspondiendo 20% a las colocaciones de Medio-alto contenido tecnológico y sólo 3% a las exportaciones de manufacturas de Alta tecnología.

Asimismo, en cuanto a las importaciones de manufacturas, el grupo de Media-alta intensidad tecnológica abarca en promedio 47% del total, en tanto que los restantes grupos tienen participaciones de entre 17% y 19%.

De lo anterior se desprende que existe una fuerte dependencia comercial en los rubros de mayor intensidad tecnológica, ya que 66% de las importaciones corresponden a los grupos de Alta y Media-alta tecnología, mayoritariamente integrados por bienes de capital.

Además, se señala en el estudio que durante todo el período el único grupo que tuvo saldo comercial positivo fue el de Bajo contenido tecnológico y lo fue con mayor peso todavía después de la devaluación de enero de 2002.

Puede observarse, por lo tanto, que no se verificó en el período un mayor grado de autonomía comercial en los grupos de Alta y Media-alta tecnología, lo cual en principio expresa que no hubo cambios significativos en la productividad industrial como resultado de una mayor acumulación de capacidades tecnológicas.

Se aprecia así que los efectos de la devaluación se limitaron a cierto impacto en los rubros de menor contenido tecnológico, sin alcanzar a los grupos de mayor intensidad tecnológica.

Ello revela que permaneció prácticamente sin cambios la fuerte dependencia de las importaciones de los grupos de Alta y Media-alta tecnología, las cuales habían sustituido en gran medida producción local en un proceso iniciado a mediados de los años 70 y que se intensificó con la apertura comercial y la sobrevaluación del peso a partir de los años 90. Es decir, las condiciones vigentes a partir de 2002 no se vieron acompañadas por una “re-sustitución de importaciones” que disminuyera significativamente el grado de dependencia comercial externa, o sea, que no hubo una reversión del mencionado proceso.

Por consiguiente, una reversión del balance comercial deficitario de los grupos de mayor intensidad tecnológica demandaría la instrumentación de políticas que incentiven la IyD y la transformación del patrón de especialización productiva en general, tendiendo a la elaboración de bienes más intensivos en conocimiento y tecnología.