Informe Económico de Coyuntura

Nº 294 - Marzo 2009 - AÑO 27

 SECTOR AGROPECUARIO

SITUACION

La crisis financiera y económica internacional constituye un marco insoslayable para el quehacer del sector agropecuario. Su incidencia sobre variables macroeconómicas tan sensibles como los superávit -comercial y fiscal- hace necesaria una activa vinculación entre el sector público y el agropecuario.
En ese marco, las demandas que el sector viene planteando y cuya insatisfacción estaba próxima a motivar un nuevo paro agropecuario, van a ser expresadas en el ámbito de una negociación en el nivel de las más altas esferas de poder, y por ende, con la necesaria capacidad de decisión.

Declaración de la emergencia agropecuaria

La prolongada sequía que afectó a la casi totalidad de las zonas agropecuarias del país motivó que a lo largo del mes de enero de 2009, se analizara la conveniencia de declarar el estado de emergencia nacional. La norma se sancionó a través del Decreto Nº 33, que establece el diferimiento por un año del pago de tres impuestos: ganancias, ganancia mínima presunta y bienes personales, así como de los anticipos que venzan entre el 1º de febrero y el 31 de julio próximos. Los beneficios fiscales serán aplicados sólo para los productores que no hubieran contratado previamente un seguro por sequía y que no tuvieran la infraestructura necesaria como para paliar los efectos de la sequía, tales como sistemas de riego.

Los beneficiarios deben demostrar que la proporción de los daños sobre su capacidad productiva supera el 50%. La postergación del pago de los impuestos incluirá el pago de una tasa de interés bonificada.

Para que se haga efectiva la emergencia por sequía los gobernadores también deberán declararla en sus distritos, lo que les exigirá realizar prórrogas en la percepción de los impuestos locales, en particular el inmobiliario rural, de importante peso en los presupuestos locales.

La medida fue considerada insuficiente por el sector agremiado, por una parte por no significar un ingreso inmediato o una ayuda directa para los productores afectados, en particular para los ganaderos y por otro, por no haberse contemplado en simultáneo, el resto de las medidas reclamadas por los ruralistas: el cese de las trabas para las exportaciones de carnes, granos y lácteos y la eliminación de los derechos de exportación a los productos de las economías regionales. A ello se agregó el -a juicio de las entidades-, excesivo pedido de detalles en la información requerida sobre los daños ocasionados por la sequía, con la exigencia de precisiones sobre áreas y volúmenes de cultivos dañados.

Acompañando los beneficios derivados de la declaración de emergencia, el Gobierno dispuso la eliminación del pago por la carta de porte, formulario que deben llenar los productores para transportar los granos. Esta medida, unilateralmente adoptada, ya que no integraba las demandas del sector, significará un ahorro de alrededor de $ 200 millones anuales para el sector y un desfinanciamiento de la Federación Agraria Argentina, que cubría buena parte de sus costos operativos con la comisión que recibía por gestionar ese documento.

Las expectativas de la campaña 2008/2009

Las estimaciones de producción difundidas por la SAGPyA a principios de febrero confirman que los cultivos más afectados por la sequía son el trigo, el maíz, y el girasol. En el caso del trigo, a las condiciones climáticas adversas se sumaron elementos de base económica, como una menor utilización de fertilizantes, que disminuyeron el potencial productivo. Como resultado de ambos efectos, la siembra de esta campaña que sería de 4,22 millones de hectáreas, (40 % inferior a la de 2007/08), arrojaría una producción de 8,3 millones de toneladas (50% menos que la de 2007/08).

El maíz también habría sufrido una contracción del área cultivada, pasando de 5,9 millones de hectáreas en la campaña pasada a unas 3,4 en la presente. Según el USDA, la merma de la producción superaría 60%, con un volumen de 13,5 millones de toneladas, frente a los 22 millones de la campaña pasada.

Obviamente, de confirmarse estos resultados esperados no tendría lugar la aplicación de los beneficios de los programas Trigo Plus y Maíz Plus, consistentes en la rebaja de un punto en las retenciones en el caso de superarse la producción de 13 millones para el trigo y de 15 millones para el maíz.

En cuanto a la soja, el USDA estimó una caída de apenas algo más del 5%, ya que es el cultivo con mayores posibilidades de achicar pérdidas a partir de la normalización de las precipitaciones.

La tendencia del precio internacional de los granos refleja, probablemente, la contracción de la oferta de granos proveniente de la Argentina y Brasil, con alzas interesantes que los ubican en niveles similares a los de fines de 2007, cuando se establecieron los actuales niveles de retenciones.

Las existencias ganaderas

La forzada baja de los precios internos reales del ganado, que dio comienzo en 2006, dio lugar a una caída de la rentabilidad de la actividad ganadera tanto en términos relativos -en relación con la agricultura-, como absolutos. Los últimos dos años fueron de una elevada faena que, según algunas estimaciones, llevaron el stock a unos 54 millones de cabezas. La sequía y la elevada participación de vientres en la faena, harían peligrar el tamaño del rodeo y reducirían la capacidad de producción a niveles muy inferiores a los actuales.

PERSPECTIVAS

Después de un largo período de desacuerdos entre el Gobierno -que en su afán por abastecer a precios adecuados el mercado interno adoptó medidas rechazadas por el sector agropecuario- y un sector agropecuario dispuesto a luchar a toda costa por el logro de medidas que restablezcan sus altos niveles de rentabilidad, se abre una perspectiva de diálogo en el que no estaría presente la exigencia de la baja de las retenciones como tema excluyente.
La ganadería, más allá de los grandes engordadores en ¨feed-lots¨ que recibieron altos subsidios, es la actividad que mayor atención requiere, tanto por su difícil situación como por la característica de los productores pequeños y medianos del interior del país, en cuyas manos se concentra, todavía, buena parte de la producción.

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