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El desempeño de las MiPyMEs durante el período de
post-convertibilidad mostró signos de gran vigor y crecimiento, y fue sustancialmente
mejor que el de la década pasada. La actividad emprendedora se recuperó y crecieron el
empleo, la inversión y las exportaciones. La recomposición de la rentabilidad, la cual
triplicó los guarismos de los mejores años de la década pasada, permitió financiar la
expansión del sector, el cual se vio favorecido por un mejor ambiente macroeconómico. En
este marco, la actividad de las MiPyMEs mostró un importante dinamismo incluso en
sectores con mayor contenido tecnológico y agregación de valor, es decir ramas de la
economía que en la década pasada tenían un comportamiento recesivo y en el que las
MiPyMEs tenían pocas capacidades de desarrollo y posibilidades de éxito.
Los indicadores dan cuenta del tradicional peso de las MiPyMEs en la economía. El empleo
de las MiPyMEs explica cerca del 70% del empleo asalariado privado, el 99% de las empresas
son MiPyMEs y también han tenido una participación preponderante en la inversión.
Orientación
de la política pyme
La política pyme debería complementarse más con la política industrial, abandonando un
criterio asistencialista para comenzar a formar parte más activa de una estrategia de
desarrollo productivo.
Por otra parte, es clave poder estimular el surgimiento de nuevas ramas productivas a
partir de la articulación de la actividad de las pymes y sus aglomeraciones sectoriales y
territoriales. En primer lugar, se busca que la Argentina sea capaz de crear productos
diferenciados, que son aquellos que poseen mayor valor agregado y dinamismo en el mercado
internacional. A partir de la innovación, Argentina puede fundar y refundar ramas
industriales y de servicios especializados que le permitan posicionarse en ciertos nichos.
La industria aeronáutica es uno de ellos, en la que existen capacidades que no son
plenamente aprovechadas para ocupar ciertos nichos de aviación comercial, turismo, etc.
Otros ejemplos en la materia son algunas ramas de la industria farmacéutica,
biotecnología, algunos productos químicos, producción electrónica y satelital,
maquinaria y equipos, entre otras.
En segundo lugar, se apunta a que el desarrollo de nuevas ramas productivas fortalezca a
toda la cadena productiva y tenga un fuerte impacto social y regional. No es lo mismo
generar armadurías de productos importados que desarrollar la mayor cantidad posible de
productos y servicios que componen una rama industrial. Entonces es importante apuntar en
las dos direcciones: que se desarrollen nuevos productos y ramas productivas en forma
concomitante al desarrollo de toda la cadena productiva y, más ampliamente, de la región
en la que se insertan las nuevas actividades.
La
cuestión del financiamiento
Tras el inicio de la recuperación, la fuerte recomposición de la rentabilidad permitió
a las pymes financiar capital de trabajo y algunas inversiones con fondos propios. Se
trató en general de pequeñas inversiones destinadas a recomponer el deterioro del stock
de capital y reparar maquinarias. A medida que se fue profundizando la fase ascendente del
ciclo las necesidades financieras se intensificaron. La reaparición del crédito bancario
y del mercado de capitales resultaron insuficientes. De este modo, muchas empresas
debieron seguir financiándose con sus propios fondos, situación que llevó a que muchas
inversiones no se concretaran o se realizaran en forma parcial y paulatina en función de
la disponibilidad de recursos.
Los problemas del financiamiento, si bien se han ido modificando y han ofrecido diferentes
matices a lo largo del período 2003-2007, continúan resumiéndose en dos grandes item:
plazo y accesibilidad. El primer aspecto se relaciona con las dificultades para obtener
fuentes de fondeo a largo plazo y, en tal sentido, la experiencia del Programa Global de
Crédito muestra que generando una adecuada ingeniería de oferta es posible canalizar
crédito a largo plazo. Tomar esa experiencia y vincularla también con opciones que tiene
la banca pública puede permitir movilizar una amplia masa de recursos para financiar
inversiones. También es importante tomar en consideración los recursos de los fondos de
jubilaciones y pensiones a través de la estructuración de instrumentos financieros
destinados al financiamiento de proyectos de inversión en economías regionales. Hoy
están dadas las condiciones regulatorias para que esto tenga lugar, sólo resta que los
interesados (gobiernos locales, instituciones de apoyo, cámaras empresariales, etc.)
trabajen en la articulación de los instrumentos financieros. Cabe también agregar un
comentario respecto a cuestiones regulatorias que permitan equiparar las desiguales
rentabilidades relativas que tienen los créditos a la producción vis a vis los
destinados al consumo. En tal sentido, la instrumentación de encajes diferenciales
podría ser una herramienta apropiada.
El segundo aspecto tiene que ver con las dificultades que arrastran las pymes, sobre todo
las más pequeñas, para acceder al crédito. Existen aquí problemas de informalidad y
también de cierto desinterés por parte de la banca comercial. Generar nuevos sujetos de
crédito debería ser una política tan importante como aumentar el volumen de crédito y
extender los plazos para aquellos que ya acceden, fundamentalmente porque en el núcleo de
los excluidos hay muchas empresas dinámicas de reciente creación y con muchas
oportunidades de crecimiento. El sistema de SGR debería ser el puntal de esta estrategia,
acercando a nuevas empresas al financiamiento. En tal sentido, debería estudiarse una
modificación al marco legal existente, que limite el sistema de incentivos fiscales y los
ate a la generación de resultados específicos. Un ejemplo de ello sería ligar la
desgravación impositiva a la generación de nuevos sujetos de crédito, la ampliación
del crédito en el ámbito regional, la creación de nuevos instrumentos financieros, la
extensión de los plazos medios del crédito, entre otras opciones. Este mecanismo de
incentivos permitiría generar mayores beneficios para el sistema al tiempo que
desalentaría a quienes sólo se ven interesados en obtener los beneficios fiscales. Para
asegurar el éxito de este tipo de iniciativas es fundamental la acción de supervisión y
control, tanto en el marco de la SEPYME como del BCRA o de alguna institución específica
que se ocupe de la cuestión.
(1) Primera parte del extracto del estudio de Matías Kulfas, Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Santiago de Chile, Junio de 2009. |
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