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Publicaciones - Universo Económico

UE Nº 75 - Junio 2005

Nota de Tapa
Descubrimientos argentinos que se anticiparon al resto del mundo

Autor:
Dr. Manuel Fernández López
Titular de la Cátedra de Historia del Pensamiento Económico de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA)

 

El célebre historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) refutó en su obra A Study of History la creencia popular de que las civilizaciones emergen cuando las circunstancias geográficas brindan condiciones de vida inusualmente fáciles. Los argentinos parecen compartir tal creencia popular cuando afirman, una y otra vez: "aquí se tira una semilla y al otro día sale una planta". Creo que esa visión es profundamente errada, aunque, tal vez sin quererlo, implícitamente, señala a la tierra como protagonista principal del destino del país.

Ya en el siglo XVIII los viajeros españoles que venían a explorar y medir este territorio se sorprendían por la inmensidad de la pampa, la ausencia de obstáculos o accidentes, y su increíble feracidad. Llevados por su imaginación, pensaban en los frutos posibles de esa tierra y en su valor económico si se exportasen a Europa. Pero, si nos ponemos en su lugar, ubicados en lo que hoy es Pehuajó, a su alrededor había una extensión de tierra virgen tan grande como toda Francia. ¿Cómo hacer para llevar una sola bolsa de trigo a cualquier país europeo?.

Es claro que luchar con el indio, poblar la pampa, construir puertos, tender ferrocarriles, exportar productos agropecuarios, no fueron empresas sencillas, sino que exigieron mucho esfuerzo de muchas generaciones. No debería sorprender que el país generase conocimiento original en torno a los distintos elementos que componían el modelo agroexportador de inserción internacional. ¿Qué productos eran más rentables en cada lugar? ¿Qué medio de transporte suprimía la distancia? ¿Cómo operaba una economía de cambio? ¿Qué modelo regía el intercambio entre países? Cada interrogante halló una respuesta de parte de economistas europeos.

El prusiano H. von Thünen (1826) elaboró el uso más económico del suelo. El inglés R. F. Harrod (1928) inventó la curva de ingreso marginal, útil para estudiar la competencia imperfecta y el monopolio (cuyo análisis, aplicable al transporte ferroviario, debemos al francés A. Cournot, 1838). Las nociones de utilidad y de equilibrio general son categorías del análisis de la economía de cambio, anticipadas por el inglés W.S. Jevons (1871) y el francés L. Walras (1873), aunque la prueba formal de la existencia de la primera se debe al sueco H. Wold (1940-41) y las dificultades para probar el segundo fueron planteadas por el alemán H. Neisser y el danés F. Zeuthen (1928-30). La división internacional del trabajo como problema de programación matemática fue expuesta por P. A. Samuelson (1949).

Sin embargo, todas esas creaciones fueron anticipadas, de modo inequívoco y por muchos años, por estudiosos de la Argentina: el modelo espacial, por Pedro A. Cerviño (1801); la curva de ingreso marginal, por Teodoro Sánchez de Bustamante (1918); la existencia de la función de utilidad (1919) y los límites del equilibrio general (1923), por Hugo Broggi; y la demostración con matemática lineal de la teoría ricardiana de la división internacional del trabajo, por José Barral Souto (1941). El esclerosamiento de aquel modelo y los intentos por construir otro trajeron nuevas dificultades y, con ellas, nuevas respuestas. Podríamos mencionar la elaboración de una política anticíclica en 1936-37, por Raúl Prebisch, el desarrollo de la teoría no monetaria de la inflación, por Julio H. G. Olivera en 1957-58, y varias otras innovaciones debidas a estudiosos argentinos.

Todo ello no demuestra que faltó respuesta y creatividad frente a las vicisitudes económicas, sino que nuestra memoria no es tan fuerte como debería serlo.

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