¿Qué desafíos y propuestas se presentan en un contexto de regreso a la presencialidad en escuelas?

El aislamiento social generado a partir de la Pandemia nos condujo a territorios que, si bien eran familiares, por momentos se tornaron ominosos. Eran espacios donde lo familiar estaba cerrado a los encuentros y, por ello, los habitábamos con cierta extrañeza. No se podía salir y, por lo tanto, no había adónde regresar. La sensación de inmovilidad recorría nuestros cuerpos y sujetaba nuestro espíritu.

En ese contexto, después de dos años, procuramos habitar o mejor dicho rehabitar esos y otros espacios. “Rehabitar” es un término que tomamos prestado de la arquitectura y significa volver a habitar algo alterando su uso (Monetys Roig, 2010) y nos permite aludir a la necesidad de trabajar para que aquello que antes nos resultaba natural podamos transitarlo con renovados sueños y proyectos.

La institución escolar (incluimos a todos los niveles de la enseñanza) tuvo que adaptarse: necesitó trabajar en pos de la construcción de un vínculo pedagógico atravesado por tecnologías que posibilitaban y, a la vez, obstaculizaban. Permitían los encuentros a condición de que estos estuvieran mediados, mediatizados por sus reglas de juego.
 
En el año 2020, un equipo de investigadores (Tenutto, Irigoyen, Manzi y Pianucci), en el marco de las acciones del Laboratorio de Prácticas Educativas Abiertas (PEA-LAB) de la Cátedra Unesco-TEC (2018-2020), nos preguntamos qué pasaba en Latinoamérica. Para poder avanzar sobre posibles respuestas, aplicamos una encuesta que fue respondida voluntariamente por más de 500 docentes de Latinoamérica. 

Esa muestra estuvo conformada por un 30% que tenía entre 50 y 59 años; otro 30% estaba entre 40 y 49 años; un 23%, entre 30 y 39 años; 12,5% estaba constituido por mayores de 60 años; y un porcentaje mucho menor, 4,2%, correspondía a aquellos de hasta 29 años. Si bien la residencia se ubicaba en forma mayoritaria en la Argentina (70%), casi la cuarta parte estaba en México (24%) y luego se distribuía entre Colombia, Uruguay, Costa Rica, Chile, Brasil y República Dominicana. 

Entre otras preguntas, formulamos dos en espejo: 
1. ¿A qué  desafíos se enfrentó como docente en el inicio de la Pandemia? 
2. ¿Cómo respondió a esos desafíos? 

Los desafíos estuvieron concentrados en cuatro temas:
• La práctica docente: planificar, enseñar, evaluar.
• La tecnología: en particular, aprender a usarla; cómo migrar; cómo virtualizar los contenidos.
• Las situaciones de los/as estudiantes: falta de condiciones, comunicación con las familias, falta de contacto, confusiones, necesidad de fortalecer el vínculo.
• Los sentimientos: incertidumbre ante la extensión del aislamiento, desorganización, temor a lo desconocido, estrés ante la nueva situación, sensación de rutina en las tareas, miedo ante lo que sucede.

Si observamos las respuestas sistematizadas en esta nube de palabras, se puede identificar aquellas respuestas cuya preocupación es mayor en tanto aparecen con la letra con mayor tamaño.

Además, el 70% expresó que hizo lo que pudo y que haría lo mismo en una situación similar, ya que ellos hicieron lo que saben hacer: enseñar. Estas respuestas se daban sobre un telón de fondo en el que no es posible pasar a la instancia de enseñanza virtual sin mediaciones. 

Respecto a cómo respondieron a esos desafíos, se tomaron los mismos cuatro temas centrales:
Tarea docente: realizar adecuaciones al planificar, elaborar materiales, incrementar el trabajo y las actividades; trabajar en equipo y pedir ayuda; desarrollar la creatividad y la empatía; desarrollar canales de comunicación, de intercambio de retroinformación, conocer a otros/as colegas.
• Tecnología: aprender el uso de recursos virtuales, capacitarse en esos recursos; buscar información; incorporar las herramientas virtuales a la práctica; capacitación y audacia para las innovaciones.
• Situaciones de los/as estudiantes y docentes: comprar equipamiento y endeudarse; ir al ciber, acercamiento a los/as estudiantes (flexibilizar horarios y ofrecer cadetería; imprimir y hacer paquetes para cada uno de los y las estudiantes; hablar por teléfono con “las mamis”; sacar permisos para llegar adonde no hay Internet; y llevar propuestas, facilitar distintos canales y paciencia, buscar alternativas para llegar a todos los alumnos y conocer algunas actividades que ellos realizan).
• Sentimientos y posturas: asumir los desafíos (“¡Soy mujer!”); responder con esfuerzo y compromiso; desarrollar la paciencia, el compromiso y la responsabilidad. 

En la nube de palabras que sintetizan las respuestas, se ubica en el centro la capacitación. Esta práctica demandó a docentes de todas las latitudes tiempo y recursos, y, podríamos decir, que se encuentra invisibilizada, así como las situaciones que tuvieron que enfrentar no solo los estudiantes. 

Cuando se les preguntó: ¿Qué le dirían a un docente novel? En primer lugar, surgen las actividades propias de la docencia: 
- Práctica docente: planificar, buscar soluciones, investigar, compartir experiencias, ordenar los tiempos, favorecer los objetivos de aprendizaje.
Desarrollar: compromiso, paciencia, flexibilidad, empatía, humanidad, dinamismo, dedicación, amor por lo que hacen, persistencia, cooperatividad, creatividad, sensibilidad, proactividad, entusiasmo y saber escuchar, ser amables y la humildad. 

Sin embargo, luego aparecen algunas recomendaciones respecto a cómo evitar: miedo a los estudiantes, desesperación, bajar los brazos, dejarse presionar, dejarse vencer. Además, revisar algunos supuestos acerca del aprendizaje y, en particular, sobre lo que pueden/no pueden hacer los y las estudiantes. 

Algunas preocupaciones vienen desde aquellos momentos en los que las clases se desarrollaban en Pandemia y persisten en la actualidad. Un ejemplo es la queja docente por la falta de participación en sus clases. Esta pregunta retorna sobre quienes nos desempeñamos en esa tarea. ¿Por qué sucede esto? 

Ante un tema complejo, se presentan diversas cuestiones: algunos estudiantes no poseían las condiciones necesarias para activar la cámara; en el nivel superior estaban en lugares de trabajo, entre otros factores; pero también puede suceder que nuestras clases les resultaran soporíferas. No tienen que ser divertidas, pero sí, convocantes, desafiantes. 

Además, existen otros factores que pueden influir en la conformación de esta situación. Abordaré solo cuatro: 
1. Enseñamos a todos como si fueran uno solo y tenemos que tomar conciencia de que esa suposición es una ficción, necesaria pero ficción al fin, en tanto el colectivo estudiantil posee diversas trayectorias, biografías escolares, creencias, vivencias.
2. Afirmamos que vivimos en la “sociedad del conocimiento”. A menudo solo vemos qué enfatiza esa afirmación, pero olvidamos qué cosas deja afuera y qué consecuencias tiene. Nos quedan afuera: los encuentros, las emociones, precisamente aquello que se agudizó con el aislamiento. Algunos proponen enseñar emociones, pero las emociones no se enseñan, se vivencian.
3. Creímos en el mito del nativo digital (acuñado por Marc Prensky, 2010) y con él supusimos que, por haber nacido en esta sociedad, los estudiantes dominaban las herramientas tecnológicas. Diversas investigaciones han demostrado que no resulta suficiente. 
4. Los jóvenes pueden hacer varias actividades al mismo tiempo. Pero las investigaciones, como las de Kornell, Castel, Eich & Bjork (2010), muestran que es posible desarrollar tareas de bajo nivel de atención. La multitarea reduce la concentración e incrementa el estrés y la tasa de errores; disminuye el desenvolvimiento social y las habilidades sociales. Esto se desarrolla en una sociedad en la que el período de atención ha disminuido para todos. Por ello, si queremos desarrollar capacidades, como comunicación, trabajo en equipo, liderazgo, negociación, entre otras, necesitamos tiempo e incluir actividades centradas en el aprendizaje.

Ahora bien, ¿qué podemos hacer para rehabitar los espacios? Además de las preocupaciones clásicas acerca de los grupos y qué hacer para conocerlo/as, si se habrán apropiado de aquellos saberes que consideramos centrales y cómo aproximarnos a esa información, se suman otras; en particular, lo relacionado con la formación de ciudadanos y ciudadanas. 

Ante esto, ¿qué podemos hacer? Comparto algunas propuestas y espero que ustedes sumen otras:
1. Reconocer que la realidad actual no es la misma que dejamos.
2. Reconstruir los vínculos. Para eso hay que ser generosos/as, compartir, trabajar con otros.
3. Planificar las actividades donde las vivencias estén incluidas, compartir experiencias, buscar alternativas.
5. Al planificar, decidir qué saberes son centrales para la vida y evitar el exceso de actividades.
6. Organizar el tiempo necesario para desarrollar capacidades.
7. Desarrollar propuestas auténticas, es decir, próximas a la vida social y profesional de los y las estudiantes.
8. Desarrollar los atributos señalados por los y las docentes de la investigación.
9. Revisar los modos que tenemos de comunicarnos: no es posible hacerlo todo el tiempo. Nos agota y termina “quemándonos”. Es necesario distanciarse del teléfono móvil en horarios en los que se comparte con otros integrantes-convivientes.
10. Revisar los usos habituales de los dispositivos tecnológicos. 
11. Desarrollar una comunicación asertiva y sin violencia.
12. Compartir las “reglas de juego” del espacio donde vamos a trabajar.
13. Tener en cuenta que, en este regreso luego de la Pandemia, los tres primeros años de todos los niveles necesitan apropiarse de las reglas de juego de ese nivel. 
14. Sin olvidar que hemos pasado por momentos muy duros a nivel social que han dejado marcas en nuestra salud mental, el colectivo docente también necesita apoyo a través del afecto y de la escucha.
    
Finalmente, compartiré algunas apreciaciones personales y de algunos/as colegas a quienes consulté en tanto nos ofrecen las voces del colectivo docente.

• Nunca estamos preparados para ciertos cambios, pero nada es imposible.
• Todos teorizan, pero esas personas que teorizan no experimentan la impotencia que se siente al ver que a tus alumnos no les interesan tus clases.
• Hemos dado los días completos para que la institución educativa siga cumpliendo su función; lo hicimos desde nuestros roles, acompañando las sensibilidades familiares, enseñando  con empatía y comprensión para poder continuar con la educación y que no se derrumbe el deseo de aprender. 

Queda pendiente para rehabitar los espacios:

Y, para finalizar, los invito a leer un poema de Martha Medeiros: 

Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos trayectos,
quien no cambia de marca.
No arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.
Muere lentamente
quien hace de la televisión su gurú.
Muere lentamente
quien evita una pasión,
quien prefiere el negro sobre blanco
y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones,
justamente las que rescatan el brillo de los ojos,
sonrisas de los bostezos,
corazones a los tropiezos y sentimientos.
Muere lentamente
quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo,
quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño,
quien no se permite, por lo menos una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente
quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente,
quien pasa los días quejándose de su mala suerte
o de la lluvia incesante.
Muere lentamente,
quien abandona un proyecto antes de iniciarlo,
no preguntando de un asunto que desconoce
o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.
Evitemos la muerte en suaves cuotas,
recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor
que el simple hecho de respirar.
Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos
una espléndida felicidad.
Fuente: Muere lentamente. 

Referencias 
- Kornell, N., Castel, A. D., Eich, T. S., & Bjork, R. A. (2010), “Spacing as the friend of both memory and induction in younger and older adults”, Psychology and Aging. American Psychological Association, Vol. 25, No. 2, 498–503.
- Monteys Roig,  X. (2010), Rehabitar en nueve episodios. Ministerio de Fomento.
- Prensky, M. (2010), “Nativos e Inmigrantes Digitales”, Cuadernos SEK. 
- Tenutto Soldevilla, M., Irigoyen, R. y M.L. Manzi; “Reflexiones y desafíos de los docentes latinoamericanos en el contexto del aislamiento físico”. En Abrate, L., compilado por Lucía Beltramino, "Aprendizajes y prácticas educativas en las actuales condiciones de época: COVID – 19" (2020), Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Filosofía y Humanidades. pág. 486. 

Marta Alicia Tenutto Soldevilla

Doctora en Educación y Lic. en Psicología