La Salud Mental entre guerras, pandemias y metaverso

A pesar de estar atravesando la cuarta ola y por el proceso de inoculación masiva, la calamidad se encontraría en retirada y se estaría convirtiendo en endémica. Esperemos que así sea, porque nuestra capacidad psíquica de tramitar nuestras realidades se encuentra desgastada y exigida. 

Atravesar una pandemia tiene  consecuencias. Franquear una calamidad con estas características deja marcas: temores, angustia, encierro, exigencias, duelos, fobias y tristezas. Estas marcas no solo son en la subjetivad singular, sino también en lo colectivo, en lo grupal. Es un antes y un después. Hoy estamos intentando reconstruir el mundo perdido. Es un momento de rearmarnos y reagruparnos. Tenemos momentos de euforia, de alegría por haber sobrevivido. 

Es verdad, somos sobrevivientes. Pensarnos como sobrevivientes es muy fuerte. Nos conmueve y nos despierta por un rato. Nosotros los sobrevivientes observamos cambios en nuestros pensamientos, sentimientos, y en nuestro proceder durante y después de una catástrofe, así como signos y síntomas físicos y mentales. Los cambios relacionados con el pensamiento pueden incluir pesadillas y confusión témporo-espaciales, impulsividad, dificultad para tomar decisiones, concentrarse y recordar cosas, e incapacidad para escuchar a los demás.

Nuestra capacidad psíquica de tramitar nuestras realidades se encuentra desgastada y exigida
Además, tenemos la percepción de que el mundo está diferente, está cambiado. En realidad, nosotros cambiamos de una u otra manera. En el consultorio, en el hospital, en la oficina, con los amigos, el significante que predomina, consciente e inconscientemente, es que la realidad está extraña, el mundo está extraño. Esto se explica por el hecho de que la realidad cotidiana cambió, pero hacemos como si nada hubiera pasado. 

La pandemia cambió algo de nuestra percepción de la realidad. Todo está trastocado. Negarlo es el peor de los caminos. Todo no va volver a estar igual. Eso no quiere decir que sea malo. Diferente no quiere decir peor. Quiere decir nuevo, distinto. Es una oportunidad única de construir un mundo mejor. 

La calamidad demostró que, sin políticas públicas de salud, todo habría sido catastrófico. El subsistema de salud de seguro o prepaga colapsó rápidamente. Ello fue así porque piensa la salud como un negocio, no como un derecho humano o constitucional.  

También demostró que de una pandemia se sale colectivamente, no individualmente. Asimismo, quedó claro que la concentración de las vacunas es un efecto de la concentración de la riqueza, situando que el malestar de la época está marcado por la desenfrenada concentración de bienes en muy pocas personas. 

Es verdad también que del temor a la pandemia pasamos al temor a la guerra y fue sin aviso. La posible guerra mundial o nuclear, con sus consecuencias, crueldad, inflación, aumento de los alimentos, escasez de combustible y productos básicos, nos volvió a sumergir en la exigencia mental

En Europa, el temor de que la guerra pueda convertirse en una guerra nuclear ha provocado una carrera por el yodo y el yoduro de sodio, un producto considerado protector del cuerpo humano contra afecciones en caso de exposición radiactiva.  

La pandemia cambió algo de nuestra percepción de la realidad. Es una oportunidad para construir un mundo mejor
Es un mundo de lo impensable, donde la realidad nos sorprende tanto que se vuelve traumática. Y puede producir un grado creciente o abrumador de miedo, inquietud, angustia, irritabilidad y enojo, desesperanza o culpa.

Las afecciones mentales estarán en primer orden. Pero el sujeto humano tiene gran capacidad de asimilar y construir realidades soportables. Saber que somos sobrevivientes es para poder hacer con eso. La verdad nos permite ganar márgenes de libertad para decidir sobre nuestro futuro. Saber hacer con el contexto actual nos permitirá enfrentar este mundo cambiante y sorprendente. 

Por último, en vez de querer que todo vuelva a ser como antes, construyamos con esta nueva realidad un mundo diferente atado a la pulsión de vida. 

Gustavo Fernando Bertran

Lic. en Psicología y, presidente y miembro fundador de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM)